Tras la clásica frase “la cereza del pastel” se esconde mucha sabiduría, pues esta fruta tiene muchos beneficios. En primer lugar se trata de frutas de moderado aporte energético, con 63 kilocalorías por cada 100 gramos. Además, las cerezas son ricas en fibra y aportan 21 gramos de este tipo de hidratos de carbono no digeribles que contribuyen no sólo a la correcta digestión y excreción, facilitan el tránsito intestinal y nos ayudan a prevenir estreñimiento, hemorroides, divertículos y otros problemas, sino que también contribuyen a una mejor excreción de colesterol endógeno y a una mínima absorción del colesterol ingerido.
Las cerezas, sobre todo las maduras y dulces, son una buena fuente de azúcares naturales, que son el combustible o fuente de energía favorita del sistema nervioso, al que brindan velocidad de respuesta, capacidad de reacción y resistencia al estrés; dichos azúcares también son fuente de energía para el sistema muscular, donde son el combustible ideal, pues no presenta residuos y puede ocuparse para ejercitarse o realizar muchos tipos de actividad física laboral o recreativa.
También brindan potasio en buenas concentraciones: 222 miligramos por cada 100 gramos de fruta. Por su color rojo intenso son fuentes concentradas de zeaxantinas y de luteína, lo que se traduce en una piel lozana, con pocas manchas, pecas y lunares ocasionados por daños solares, así como ojos más resistentes a los cambios de luz y al paso de los años.
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