Dormir poco, soñar mucho.
Encerrarse a puertas abiertas para que las rendijas dejen entrar el oxígeno a la zona craneal recóndita del cerebro.
Agitación en medio de la quietud de horas.
Así es como transcurre la existencia de un emprendedor...
Frente a todos; inspiración y confianza. En la soledad; meditación y entrega.
Hasta donde la tenacidad se liga en una delgada hebra con la obsesión y continúa para completar una meta hacia un sueño.
Los deseos son impulsos naturales que provienen de la necesidad de ser y tener; más bien creo que son caprichos cuando cada minuto es determinante e indispensable para satisfacerse y sentir ese alivio.
Las noches pueden tener muchas estrellas; mas en el corazón de un emprendedor no serán suficientes para contarlas y dormir, porque él está soñando con los ojos abiertos. Es una premonición. Es un adagio. Es algo que no se puede explicar a ciencia cierta porque no existe el catedrático que domine la compleja materia que debe ser el corazón de un buscador de sueños.
Ya no queda mucha noche y, sin embargo, no se ha metido el sol en el corazón del forastero del Universo; incansable emprendedor.
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