En alguna conversación sostenida entre varias personas cuando se trata de iniciar un negocio propio, en algunos casos se menciona la frase: "Es que necesitas tener mentalidad de empresario".
Aquel individuo se irá pensando: "¿Cómo puedo tener una mentalidad de empresario si no poseo bienes o negocios que administrar y dirigir y poco los he tenido? He llevado una vida dedicada al trabajo porque crecí en la cultura del esfuerzo como vehículo para el progreso personal y financiero y cada día de pago he puesto en manos de mi mujer lo que gano porque ella es la encargada de administrar los gastos de la casa, (como rezan las buenas costumbres y tradiciones de algunos pueblos del mundo).
Entonces ¿cómo puedo tener una mentalidad de empresario?"
La mentalidad de empresario no es un adepto, una actitud, una cultura o una ideología que se tenga de la noche a la mañana; tampoco es una moda. El origen etimológico de la palabra empresario viene del latín, está formada por el prefijo em (en, penetración) y el sufijo -ario (pertenencia). Formada por la palabra prehendere (significa atrapar). En la antigua Francia, durante la época medieval, comienza a usarse la palabra entrepeneur (empresario) para identificar al encargado de combinar factores de producción y asumir el riesgo de la obra o proyecto. En la actualidad es aquella persona que de forma individual o colegiada, fija los objetivos y toma las decisiones estratégicas acerca de las metas, los medios, la administración y el control de las empresas.
Un empresario lo es, no por los bienes que cuantifiquen su pequeña o grande fortuna; más bien, por el proceso mental que lo caracteriza y con el cual desarrolla cualidades notorias que definen su toma de decisiones. Algunas son:
Identifica las oportunidades: Su visión le permite detectar las bondades de un negocio, incluso antes de que otros se decidan a correr el riesgo, él ya está buscando la manera de llevarlo a cabo.
Asume riesgos: La adrenalina que corre por las venas de una mente empresaria siempre está a galope tendido. Estudia, analiza e investiga qué tan rentable es la oportunidad de negocio y una vez que considera que es viable toma la responsabilidad y actúa.
Reúne recursos: Busca financiamientos, apoyos, etc.
Innova: La creatividad es la mayor característica de la mente independiente; busca las mejoras en los aspectos que sean necesarios para satisfacer las necesidades de los consumidores de su producto. Informándose de nuevas tendencias en la industria, por lo que lleva una agenda de formación y capacitación constante que le permita estar al día y ofrecer una mejor calidad en el servicio y atención de sus colegas, distribuidores y consumidores así como nuevos prospectos.
Desarrolla procesos: Crea sistemas simples o promueve los de su franquicia o MLM adaptando su factor de diferenciación. Todos tenemos nuestro sello personal.
Lidera: Incluye y motiva a los que le rodean.
Busca la manera de contribuir a su comunidad una vez que establece su proyecto de negocios, ayudando a otros a desarrollarse también.
En resumidas cuentas, quien tiene mentalidad de empresario es aquel que atrapa, que coge las oportunidades al vuelo, que reconoce el brillo o el valor en las personas y en las cosas y que tiene la visión de mejorar no sólo su mundo, también el de los demás, consiguiendo los recursos para llevar a cabo la realización de sus sueños.
Comentario
Gracias, Otilia. Estoy a tus órdenes y bienvenida a esta gran familia.
Muy interesante el artículo Jaqueline. Tú lo has dicho este es un proceso mental, por tanto importante que cambiemos viejos paradigmas con la educación, para desarrollar aquellas cualidades que harán de nosotros verdaderos empresarios del siglo XXI. Esa es parte de nuestra labor en DXN,verdad? pues sigamos adelante. Desde el Corazón de Sudamérica: Bolivia, te mando saludos.
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