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Beatriz Boullosa
29 de diciembre de 2009
2009-12-29
"Es evidente que México enfrenta una transición epidemiológica significativa. Mientras que la desnutrición va en descenso, pero aún persiste, encontramos cifras alarmantes de sobrepeso y obesidad entre los niños mexicanos que nos indican la urgencia de atender este tema desde los diversos sectores sociales.
Contrario a lo que algunos pensarían, este no es un tema exclusivo de los profesionales de la salud. Con 30% de niños mexicanos con sobrepeso y obesidad, es fundamental involucrarnos en estrategias específicas para la promoción de estilos de vida más saludables que nos permitan revertir esta tendencia, sin importar cuál sea nuestra profesión.
Todos podemos contribuir a la solución de este problema de salud si tomamos conciencia de su complejo desarrollo, que convierte a esta enfermedad en una de las más significativas en torno de la morbilidad y mortalidad de los seres humanos.
Tanto la obesidad como el sobrepeso son el resultado de la ruptura del equilibrio energético, es decir, de un desbalance entre las calorías que se ingieren a través de los alimentos y bebidas y las calorías que se gastan por medio de la actividad física o ejercicio.
Considerando las cifras sobre riesgos en salud que brindó recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS), en donde se establece que 6% de las muertes a nivel mundial se deben a la falta de actividad física, siendo esta cifra aún mayor a las muertes generadas por sobrepeso y obesidad (5%) es importante abordar este tema desde esa perspectiva, principalmente si recordamos que los niños no deben ser sometidos a dietas restrictivas, por el contrario se debe fomentar la correcta alimentación donde se incluyen todos los grupos de alimentos y promover la actividad física cotidiana como estrategia base, no sólo para la pérdida de peso sino para la obtención de una vida más saludable.
La falta de actividad física entre los niños es aún más alarmante que en los adultos, ya que por naturaleza ellos deberían de ser la población más activa de la sociedad con un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa, según establecen las autoridades de salud en México y el mundo. En los niños el movimiento es parte fundamental de su desarrollo físico, mental y emocional.
A través de él se descubren y descubren su entorno al mismo tiempo que crean lazos sociales importantes entre amigos y familiares. Incluso hay diversos estudios que demuestran los efectos positivos que tienen la actividad física en el desempeño académico, la autoestima y la imagen corporal. Pero para que los niños se muevan deben existir ciertas condiciones en sus diversos entornos que así lo permitan.
Individuo: En este rubro debemos analizar las creencias que pueda tener el niño en relación con la actividad física. Si el niño considera que la actividad física es una obligación, en vez de tomarla como un privilegio, será muy difícil que la convierta en un hábito.
Familia: Más allá de las palabras, el ejemplo de los padres tiene una gran influencia en los hábitos del niño. Es recomendable que los padres compartan actividades deportivas con sus hijos, que les permitan divertirse, convivir y disfrutar. Los estudios demuestran que los niños de padres activos es más probable que se involucren en una actividad física cotidiana desde temprana edad y con percepciones positivas al respecto que aquéllos cuyos padres son sedentarios.
Escuela: Desgraciadamente las clases de educación física en las escuelas no tienen el impacto positivo que deberían. La falta de recursos humanos, el escaso conocimiento de los adultos para aceptar que es parte fundamental del desarrollo de los niños y las condiciones físicas propias de las instituciones educativas que impiden el adecuado y seguro desempeño físico de los niños son las barreras a vencer.
Sociedad: En este sentido, se requieren espacios verdes, en buen estado y seguros para que los individuos se sientan incentivados a moverse más. Así mismo, es fundamental desarrollar una cultura de respeto al peatón y valoración del ejercicio.
Es así como todos podemos reflexionar en torno a nuestra participación para la solución de este problema. Es evidente que los padres de familia, maestros y los políticos son agentes de cambio primordial, pero también contará el papel de los arquitectos, los economistas y el resto de los profesionales para que juntos logremos un México más sano.
Asesora de la Alianza por una Vida Saludable
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