El cáncer de mama también es cosa de hombres

Joan estaba duchándose cuando descubrió que tenía un bulto en el pecho. No le dio demasiada importancia y aún transcurrieron varios meses hasta que se decidió a ir al médico para que le echasen un vistazo. Fue entonces cuando le diagnosticaron la enfermedad: «Carcinoma de mama con metástasis» era el nombre oficial. Cáncer de mama.

Era el año 1981. Joan tiene ahora 62 años, y se encuentra perfectamente. Sus revisiones se han distanciado en el tiempo y sólo tiene que acudir al médico una vez al año para comprobar que el tumor no reaparece. «El doctor dice que ya ni siquiera haría falta que fuese, pero lo hago por mi propia tranquilidad», dice, y añade con humor «a mi edad me tengo que vigilar el colesterol, la próstata... así que una revisión más no supone nada».

En Estados Unidos la prensa se hacía eco esta semana del caso del senador Edward Broke, que acaba de hacer pública su enfermedad. Sí, a él también le sorprendió el diagnóstico. «¿Cáncer de mama? ¿Yo?». Sí, los hombres también pueden padecer esta enfermedad, aunque estadísticamente sus probabilidades son muy inferiores a las de las mujeres. Entre 0,5 y 1,5 por cada cien casos femeninos aproximadamente. Es decir que, más o menos, por cada cien mujeres enfermas, hay un solo hombre.

Aunque los síntomas, tratamiento y evolución de la enfermedad son exactamente iguales a los de las mujeres, la mayor parte de los varones que padece esta enfermedad lo descubre algo más tarde, cuando las células malignas ya se han han extendido fuera del tejido mamario. Los motivos son sencillos, ningún hombre piensa que pueda tener esta enfermedad, tradicionalmente atribuida en exclusiva al sexo femenino, y muchos acuden al médico cuando ya han transcurrido varios meses desde la aparición de los primeros síntomas. Por ello, el cáncer suele estar ya más avanzado que entre las mujeres.

Esto puede dar una impresión equivocada de que los varones fallecen más, pero la estadística indica que la supervivencia es similar, las diferencias sólo pueden medirse de acuerdo con la etapa en la que se encuentra el cáncer. Según la Sociedad Americana de Cáncer, cada año se diagnostican cerca de 1.500 casos de cáncer entre varones; de ellos, unos 400 fallecen. Frente a ellos, se calcula que 40.000 de los 211.000 nuevos casos detectados en mujeres acaban en muerte. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadística, en el año 2000, 55 hombres murieron a consecuencia de esta patología, frente a 5.677 mujeres.

Todas las mujeres que había en la sala me miraron

El senador Broke comenzó a sentir los primeros síntomas meses antes de ir al médico. Un dolor general en la parte derecha del pecho, que poco a poco fue localizándose, y que él atribuyó a un simple problema muscular, «demasiado trabajo de jardinería», pensó. Ni siquiera su esposa, que ya había padecido un cáncer de mama hacía algunos años le prestó mucha atención. Sólo cuando se dio cuenta de que su marido tenía un pequeño bulto debajo de la piel comenzó a asustarse.

Según describe ella, se trataba de una masa más dura de lo que ella había experimentado nunca en su propia mama, pero ni siquiera así pensó que podía tratarse de la misma enfermedad. Fue entonces cuando su médico le recomendó una mamografía y una biopsia de tejido que confirmaron el diagnóstico: cáncer de mama.

A Joan llegaron a decirle que acudiese a la enfermería del hospital a que le quitasen lo que presumían que era un simple acumulo de grasa. Sólo las reservas de un médico le llevaron a hacerse unos análisis y una punción que, finalmente determinaron el carácter maligno del tumor.

Este barcelonés aún recuerda con una media sonrisa la sorpresa que cundió en la sala de espera del hospital, «rodeado de 14 o 15 mujeres», cuando le llamaron por su nombre, en lugar de por el de su mujer. «Fue como si hubiesen dado el pistoletazo de salida y todas se volvieron a mirarme». Aún hoy, ésta sigue siendo una escena habitual en los hospitales, desacostumbrados como estamos a pensar en los hombres como en potenciales enfermos de cáncer de mama.

La desinformación es lo que determina en muchos casos el retraso en el diagnóstico, un factor que puede jugar en contra de la calidad de vida y la supervivencia del paciente. «El primer factor de riesgo es ser mujer», dice Mª Ángeles Planchuelo, de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), «y por ello muchos caballeros no piensan en el cáncer cuando les aparece un nódulo en el pecho». Sin embargo, y a pesar de que sea una enfermedad rarísima, con una incidencia muy baja –entre el 0,2% de las muertes masculinas en nuestro país se debe a este tipo de tumor– recomienda, acudir al médico para que éste pueda llevar a cabo un diagnóstico fiable.

Hasta ahora se desconocen con certeza las causas que originan esta enfermedad, aunque se cree que aquellos hombres con elevados niveles de estrógenos –una hormona de carácter femenino que algunos varones producen en exceso a causa de una alteración genética– tienen un riesgo más elevado.

Es el caso de quienes padecen el síndrome de Klinefelter, una anomalía cromosómica que sólo afecta a los hombres, quienes tienen un cromosoma X –femenino– de más. Igual que ocurre con las mujeres, también aquellos con anomalías en el gen BRCA-2 constituyen un grupo de riesgo.

La enfermedad aparece alrededor de los cincuenta o sesenta años y los hombres de raza negra parecen ser más propensos a desarrollarla. Como en el caso de las mujeres los antecedentes familiares también cuentan y en esos casos, las probabilidades aumentan. Todo eso tuvo que aprender Joan en apenas una semana, justo antes de que le practicasen una mastectomía, «estás en el baile y tienes que bailar», dice él con sentido del humor.

Los médicos extirparon completamente su glándula mamaria del lado derecho y en una segunda operación le quitaron algunos ganglios –después de comprobar que la enfermedad había ya alcanzado su sistema linfático–.

Según explica la doctora Eva Ciruelos, del servicio de Oncología Médica del Hospital Doce de Octubre de Madrid, ésta podría ser una de las pocas diferencias con respecto al tratamiento que se aplica a las mujeres. Mientras en su caso los cirujanos optan por una operación conservadora –siempre que sea posible–, entre los varones suele extirparse completamente la mama. Tanto porque estéticamente tiene menos consecuencias, como porque la glándula mamaria es más pequeña y el tejido sano circundante suele ser menor.

Gracias a que el tumor se había descubierto en fases todavía prematuras, el senador Edward Broke no tuvo que someterse a radioterapia, ni quimioterapia, aunque muchos hombres sí son tratados con estas técnicas. Ninguna diferencia con lo que ocurre con las mujeres. Cada caso es diferente y en función del tipo de tumor, de su tamaño, del estado general del paciente, su edad o la fase en la que se encuentre la enfermedad.

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