Dres. Seligman H, Schillinger D N Engl J Med 2010;363;1 nejm.org julio 1 |
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Todos los años el Ministerio de Agricultura de los Estados Unidos informa el número de hogares en riesgo de pasar hambre por falta de posibilidades de adquirir alimentos, entidad denominada “inseguridad alimentaria”. Esta diferencia en los precios de los alimentos saludables o perjudiciales se amplió durante las últimas dos décadas. El Ministerio de Agricultura comunicó que entre 1985 y 2000 el precio de las gaseosas aumentó un 20%, el precio de las grasas y aceites un 35% y el de los azúcares y golosinas un 46%, mientras que el de las frutas y verduras frescas aumentó un 118%. Esta diferencia cada vez mayor en los precios, combinada con la crisis económica global, tiene efectos profundos en la incidencia y el tratamiento de la obesidad, la hipertensión, la diabetes y otras enfermedades sensibles a la alimentación, en el marco de las crecientes diferencias socioeconómicas. La diabetes es un ejemplo ilustrativo de cómo la inseguridad alimentaria afecta la incidencia y el tratamiento de las enfermedades crónicas. Entre los adultos de 50-64 años en California, por ejemplo, la prevalencia de diabetes es del 8% entre los blancos, del 16% entre los negros y del 22% entre los hispanoamericanos. Asimismo, su prevalencia es del doble entre los adultos con primaria incompleta que entre los que tienen educación universitaria. Investigaciones efectuadas en el Center for Vulnerable Populations at the University of California, San Francisco, mostraron que aún tras ajustar para esas tendencias sociodemográficas, los adultos que sufren los peores niveles de inseguridad alimentaria tienen más del doble de riesgo de padecer diabetes que aquéllos que pueden acceder a alimentos saludables. La inseguridad alimentaria es un fenómeno cíclico. La mayoría de los hogares en riesgo de sufrir hambre por no poder adquirir alimentos alternan muchas veces al año entre tener provisiones adecuadas y sufrir escasez alimentaria. La restricción alimentaria cíclica se asocia con preferencias por los alimentos ricos en calorías, el aumento de la grasa corporal y la disminución de la masa muscular magra. Los adultos que creen que sufrirán escasez de alimentos a futuro consumen en exceso en los momentos en que tienen buen acceso a ellos. Este exceso de consumo puede contribuir no sólo a la aparición de diabetes, sino también al peor control de la glucemia en los que ya padecen diabetes. Los episodios de ingesta compulsiva, el almacenamiento eficiente de energía (i.e., acumulación de grasas) y la resistencia periférica a la insulina representan adaptaciones a la inseguridad alimentaria que resultan perjudiciales en un ámbito donde hay abundantes calorías disponibles. Los adultos sin acceso seguro a la alimentación también informan que toman menos medicación a fin de tener suficiente dinero para comprar comida y, a la inversa, que pasan hambre para poder comprar medicamentos. Investigaciones apoyan el concepto de que la seguridad alimentaria se asocia no sólo con la diabetes, sino también con la obesidad, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. En 2008, en los Estados Unidos, más de 49 millones de personas (incluidos 16,7 millones de niños) vivían en un hogar con riesgo de sufrir hambre. Los Estados Unidos tienen un programa para disminuir la inseguridad alimentaria: elSupplemental Nutrition Assistance Program. Expandir los criterios de elegibilidad para este programa, llegar a los no beneficiarios elegibles y crear e implementar nuevos programas para fomentar y proporcionar incentivos para cambiar la alimentación hacia comidas más saludables podría detener las crecientes diferencias socioeconómicas en las enfermedades crónicas. En países en desarrollo y en países industrializados recientemente, la inseguridad alimentaria en el contexto de la globalización de los mercados alimentarios expone a las poblaciones de bajos recursos a los mismos alimentos baratos, ricos en calorías y de poco poder nutritivo que hacen a las poblaciones de escasos recursos en los Estados Unidos especialmente vulnerables a las enfermedades crónicas. Nuestra capacidad para confrontar el problema actual de inseguridad alimentaria de manera sistemática y que promueva la salud tendrá consecuencias para las inequidades sanitarias en décadas venideras. En síntesis, la inseguridad alimentaria genera: Nota-----Todos debemos incorporar a nuestra dieta la Espirulina |
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