Cada año en España se diagnostican cerca de 200.000 nuevos casos de enfermedad oncológica. Pero, gracias a los nuevos avances en el cribado, el diagnóstico precoz y en los tratamientos, cada vez un mayor número de pacientes sobrevive. Pero, ¿qué ocurre después? Un reciente estudio asegura que el dolor y la discapacidad funcional tras superar un cáncer de colon hacen mella en la calidad de vida del afectado. Esta afirmación sustenta lo que desde distintas sociedades médicas piden para los pacientes supervivientes, y que se refleja en este artículo: la necesidad de diseñar e implementar programas de rehabilitación completa que tengan en cuenta los aspectos físicos, psicológicos y sociales de los afectados.
Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en España hay más de un millón y medio de pacientes con enfermedad oncológica y, cada año, se diagnostican cerca de 200.000 nuevos casos. De hecho, se pronostica que uno de cada tres hombres y una de cada cuatro mujeres sufrirán cáncer a lo largo de su vida.
Sin embargo, los nuevos avances en el cribado, el diagnóstico precoz y en los tratamientos han aumentado el número de personas que sobreviven a esta patología. Gracias a todos estos desarrollos tecnológicos, en nuestro país hay cerca de un millón y medio de personas que han superado esta enfermedad y prevén que esta cifra se incrementará un 50% para el año 2020, según informa la Sociedad Española de Oncología Médica. Aunque, hoy por hoy, según datos de la misma sociedad, el 66% de los supervivientes rebasa los 60 años, la tendencia es que aumente el número en población joven y de media edad.
A la supervivencia del cáncer de colon le acompaña un deterioro funcional que puede alcanzar el 60%
Pero, la búsqueda solo de la supervivencia no basta y los especialistas afirman que las necesidades de las personas que han superado la enfermedad todavía no se tienen suficientemente en cuenta. La asignatura pendiente es mejorar la calidad de vidade los pacientes y su entorno cercano. Después de la dura tarea de luchar contra la enfermedad, hay que aprender a invertir el tiempo y la energía en afrontar la nueva realidad y a cómo recuperar el pasado, a plantearse nuevos objetivos a largo plazo o a superar el miedo a las recidivas, entre otros. Para lograrlo, los especialistas insisten en que es necesario implantar programas que ayuden a los afectados a una rehabilitación completa, teniendo en cuenta aspectos físicos, psicológicos y sociales, y a una mejor gestión de los efectos secundarios que sufren a largo plazo.
Las personas que sobreviven a un cáncer de colon son más propensas a sufrir dolor en la espalda y en la zona baja del abdomen, si se comparan con personas del mismo sexo y edad. Estas son las conclusiones a las que ha llegado un grupo de investigadores del departamento de fisioterapia de la Universidad de Granada. Pero, ¿cuál es la razón? Según explican los investigadores en dos artículos publicados en Pain Medicine yEuropean Journal of Cancer Care, los afectados por este tipo de cáncer sufren alteraciones en la pared abdominal secundaria al tratamiento quirúrgico al que se han sometido y también diferencias en el procesamiento del dolor crónico que provoca que perciban con mayor sensibilidad cualquier sensación dolorosa.
Según el principal autor del estudio, Manuel Arroyo, el cáncer de colon es el tercer tipo con más incidencia en todo el mundo, pero los avances en el diagnóstico y el tratamiento han hecho aumentar el porcentaje de supervivientes en los cinco últimos años. En la actualidad, las posibilidades de curación del cáncer de colon rondan entre un 44% y un 65%. No obstante, el tratamiento al que deben someterse los pacientes es duro, a nivel físico, y traumático, a nivel psicológico.
A la supervivencia le acompaña un deterioro funcional que puede alcanzar un 60% respecto a personas sanas del mismo género y edad. Esta merma es a consecuencia del largo periodo de reposo, que puede ser de varios meses de duración, que hay que seguir durante el tratamiento y la convalecencia. Los resultados de esta falta de actividad son pérdida de fuerza muscular o de la capacidad respiratoria. A ello se le suma que sufren, también, la fatiga a causa de la propia dolencia. Según Arroyo, estas alteraciones físicas impactan y devalúan la calidad de vida en torno a un 40% respecto a una persona sana.
Un reciente estudio publicado en Oncology Nursing Forum asegura que los supervivientes de cáncer españoles superan con creces las recomendaciones de actividad física de la Organización Mundial de la Salud, que establece un mínimo de 150 minutos de ejercicio moderado, de 75 de ejercicio intenso o una combinación de ambos a la semana.
Los investigadores, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) junto con otras instituciones, compararon la actividad de 180 personas que habían superado la enfermedad (sin metástasis) con 105 personas que nunca habían tenido cáncer. Estos últimos participantes los captaron en dos centros de salud y, aunque el 62% se consideraba con buen estado de salud, la mitad padecía enfermedades crónicas, el 36% dolor crónico y un 17% había sufrido una enfermedad cardiovascular. Los resultados muestran que el 94% de los supervivientes y el 96% de los participantes sanos cumplieron las recomendaciones e, incluso, doblaban el tiempo aconsejado.
A pesar de que estos resultados son positivos, no lo fueron tanto los de las pruebas cardiológicas y de análisis de sangre, que mostraron un porcentaje de obesidad alrededor del 30% y una mala respuesta cardiorrespiratoria frente al ejercicio aeróbico. Por ello, Ana Ruiz-Casado, oncóloga del Hospital Universitario Puerta de Hierro (Madrid) y autora principal del estudio, insiste en la importancia de realizar el ejercicio suficiente que le permita a cada uno llegar a un índice de masa corporal adecuado y a una buena condición física.
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