La formación de cálculos renales se debe a diversas alteraciones metabólicas, a la disminución del volumen urinario o al aumento en la excreción urinaria de ciertos componentes químicos que dificultan que las sales de la orina se disuelvan suficientemente. La disminución en la solubilidad puede deberse a la alteración de la acidez urinaria: una orina ácida predispone a la formación de cálculos de ácido úrico, mientras que una orina alcalina facilita la formación de cálculos que contengan fosfatos.
En definitiva, son el resultado de la formación y aglomeración de cristales en una orina supersaturada, a causa de dos fenómenos físicos: la concentración anormalmente elevada de sales en la orina y el desequilibrio entre los factores que favorecen y los que inhiben la concentración de los productos de la orina.
Hay diferentes tipos de cálculos o piedras renales, en función de la combinación de las sustancias químicas que los compongan y que se encuentran de forma natural en la dieta, ya que son necesarias para la formación de músculos, huesos y otras partes importantes del cuerpo. Por esta razón, afectan a todo tipo de personas (se estima que entre un 10 y un 12 por ciento de la población sufre algún episodio de esta enfermedad en algún momento de su vida), si bien es más común en hombres y en personas sedentarias.
¿Cuáles son los síntomas de la litiasis renal?
- Litiasis asintomática: muchos cálculos no producen síntomas, o bien éstos se descubren por casualidad mientras se están formando, a través de un análisis de orina. Suelen ser cálculos que, por su pequeño tamaño, pueden pasar desapercibidos.
- Cólico nefrítico: es el proceso más frecuente causado por los cálculos urinarios y se produce cuando uno de ellos causa un taponamiento de la salida de orina desde el riñón. Esto provoca un dolor intensísimo que aparece típicamente en la zona renal (espalda baja) y se extiende hacia la porción anterior del abdomen y a los genitales. El dolor sube y baja intermitentemente y el paciente no encuentra ninguna postura que le alivie. En muchas ocasiones aparecen náuseas, vómitos, sudoración profusa e hinchazón abdominal. Casi nunca provoca fiebre.
- Dolor lumbar: en ocasiones, el dolor de los cálculos es menos aparente. Suele ser fijo y continuo en la zona lumbar, que es la que recubre los riñones. Este dolor se puede confundir con los dolores de huesos y articulaciones de origen reumático.
- Hematuria: significa que la orina contiene sangre. Puede ser visible a simple vista (hematuria macroscópica) o, por el contrario, apreciarse únicamente mediante un análisis microscópico (microhematuria). La hematuria aparece debido a las pequeñas heridas que produce la piedra a su paso por el interior de los órganos afectados. A veces es su única manifestación.
- Infecciones de orina: hay un grupo de cálculos que son consecuencia de unas infecciones renales especiales y que sólo se manifiestan por la aparición de infecciones, ya sea de la vejiga (cistitis) o del propio riñón (pielonefritis).
Los cálculos renales pueden provocar diferentes síntomas, dependiendo de su tamaño, composición y situación dentro del aparato urinario.
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