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“La suerte no existe y el destino depende de los propios actos y pensamientos”

“Cuando el alma está fuerte y limpia, todo sale bien.
Jamás creerse solo, ni débil.
El único enemigo a quien se debe temer es a uno mismo.
El miedo y la desconfianza en el futuro son madres
funestas de todos los fracasos,
atraen las malas energías y con ellas el desastre”
Paracelso
 

Teofrasto Paracelso  fue un alquimista, médico y astrólogo nacido a fines del siglo XV en Suiza. Dejó formuladas siete reglas para una vida con sentido, donde habla de una salud holística, de la confianza en la vida, de ser buenas personas, de la importancia de los pensamientos positivos,  de estar conectadas con nuestro interior y del valor del silencio y la discreción.

 

1º Lo primero es mejorar la salud.

Para  ello  hay  que  respirar con la mayor frecuencia posible, honda y rítmicamente, llenando  bien  los  pulmones,  al  aire  libre  o  asomado a una ventana; beber diariamente  de a  pequeños  sorbos,  dos  litros   de  agua, comer muchas frutas, masticar  los  alimentos  del  modo más perfecto posible, evitar el  alcohol, el tabaco y las medicinas, a menos que estuvieras por alguna causa grave sometido a un  tratamiento. Bañarte  diariamente,  es  un  hábito  que  debes  a tu propia dignidad.

2º Desterrar absolutamente de tu ánimo, por más motivos que existan, toda idea de pesimismo, rencor, odio, tedio, tristeza, venganza y pobreza.
Huir  como  de  la  peste,  de  toda  ocasión  de tratar a personas maldicientes, viciosas,  ruines,  murmuradoras,  indolentes, chismosas, vanidosas o vulgares e inferiores. La observancia de esta regla es de  importancia  decisiva: se  trata  de cambiar la espiritual contextura de tu alma.  Es  el  único  medio de cambiar tu destino, pues éste depende de nuestros actos y pensamientos. El azar no existe.

3º Haz todo el bien posible.

 Auxilia a todo desgraciado siempre que puedas, pero jamás tengas debilidades por ninguna   persona. Debes cuidar tus   propias  energías  y  huir  de  todo sentimentalismo.

4º Hay que olvidar toda ofensa, más aún: esfuérzate por pensar bien del mayor enemigo.

Tu  alma  es  un  templo  que no debe ser jamás profanado por el odio. Todos los grandes seres se han dejado guiar por esa suave voz interior, pero no te hablará así  de  pronto,  tienes que prepararte por un tiempo; destruir las superpuestas capas de viejos hábitos, pensamientos y errores que pesan sobre tu espíritu, que es divino y perfecto en sí.


5º Debes recogerte todos los días en donde nadie pueda turbarte; siquiera por media hora, sentarte lo más cómodamente posible con los ojos medio entornados y no pensar en nada.

Esto  fortifica  enérgicamente  el cerebro y el Espíritu y te pondrá en contacto con  las  buenas  influencias. En este estado de recogimiento y silencio, suelen ocurrírsenos  a  veces  luminosas  ideas,  susceptibles  de  cambiar  toda  una existencia.  Con  el tiempo todos los problemas que se presentan serán resueltos victoriosamente  por  una  voz  interior  que  te  guiará  en tales instantes de silencio, a solas con tu conciencia.


6º Debes guardar absoluto silencio de todos tus asuntos personales.

Abstenerse, como si hubieras hecho juramento solemne, de referir a los demás, aun de tus más íntimos todo cuanto pienses, oigas, sepas, aprendas, sospeches o descubras. Por un largo tiempo al menos debes ser como casa tapiada o jardín sellado. Es regla de suma importancia.

7º Jamás temas a los hombres ni te inspire sobresalto el día de mañana.

 

 

 

Ten tu alma fuerte y limpia y todo te saldrá bien. Jamás te creas solo ni débil, porque  hay  detrás  de ti ejércitos poderosos, que no concibes ni en sueños.
Si elevas  tu  espíritu  no  habrá  mal que pueda tocarte. El único enemigo a quien debes  temer  es  a  ti  mismo.  El miedo y desconfianza en el futuro son madres funestas  de  todos  los  fracasos,  atraen las malas influencias y con ellas el desastre. 
Si  estudias  atentamente  a  las personas de buena suerte, verás que intuitivamente,  observan  gran parte de las reglas que anteceden. Muchas de las que  juntan gran riqueza, muy cierto es que no son del todo buenas personas, en el  sentido recto, pero poseen muchas virtudes que arriba se mencionan. Por otra parte, la  riqueza no es sinónimo de dicha; puede ser uno de los factores que a ella  conduce, por el poder que nos da para ejercer grandes y nobles obras; pero la  dicha  más  duradera  sólo  se  consigue por otros caminos; allí donde nunca impera  el  antiguo  Satán  de  la leyenda, cuyo verdadero nombre es el egoísmo. Jamás  te quejes de nada, domina tus sentidos; huye tanto de la humildad como de la  vanidad. La humildad te sustrae fuerzas y la vanidad es muy nociva.

 

Y no permitas que nadie te robe tus sueños y siempre manten tu enfoque