¿Te invito un cafecito?

[Kelly Silva]

      El café es una bebida mundialmente consumida, principalmente entre países desarrollados, siendo los finlandeses y noruegos los que van a la cabeza en la lista de popularidad de este enigmático y cautivador grano oscuro. Le siguen España, y otros países europeos.

     Aún no está claro donde se originó el gusto por su consumo; en la cronología histórica se lo disputan Kaffa, provincia de Kaffa, aunque existen manuscritos que ya disfrutaban de sus propiedades en África y Persia. De lo que no hay duda que fue tanta la preferencia por el café que sus consumidores han trascendido las fronteras a lo largo de los siglos, aunque han habido detractores a lo largo de la historia que han intentado prohibirlo; no obstante, está presente en casi cualquier mesa del mundo, a tal grado que hoy es símbolo emblemático de la comunicación, intercambio de ideas, reconciliaciones amorosas (o viceversa), cierre de negocios, charlas informales de sobremesa, convivencia de amigos, por mencionar algunos ejemplos.

     Exposiciones, convenciones, reuniones formales e e informales, ceremonias, conferencias, etc. son sitios donde el servicio de coffee break no puede faltar en lo absoluto.

     Atendiendo no sólo a la satisfacción que produce su sabor; también previendo que la consistencia y textura de la mezcla de los granos con el agua propicia un delicioso aroma placentero, debo agregar que expertos en botánica medicinal le atribuyen propiedades desde antioxidantes hasta diuréticas, hasta estimula el sistema nervioso central, limpia las vías urinarias y estimula la digestión.

     Ahora sí que con tantas razones, excusas no faltan para sentarse frente a una taza de café con toda tranquilidad. Sólo escuchando el sonido del agua al servirlo, viendo como el vapor se eleva y deja el rastro de una esencia poderosa que emana de la Naturaleza que sabe bien como perfumar las cosas buenas de la vida.

         ¿Te invito un cafecito?